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Afecto

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Hace mucho tiempo que no presiono las teclas del ordenador con esa rabia habitual tan característica y en esas ráfagas más o menos largas que yo misma conozco tan bien. Hace mucho tiempo que no encontraba la inspiración o, mejor dicho, hace tiempo que la inspiración no venía a mí. Sigo sin estar en uno de mis mejores días, creativamente hablando, pero voy a intentar jugar un poco con ese  tenue  rayo de luz que acaba de sorprenderme y conectarme con mi faceta de escritora, ni siquiera amateur, yo más bien diría incluso novel. Porque, literariamente, no voy a aportar nada nuevo con este pequeño rincón dedicado a mi lectura interior, es más, este es un rincón con paredes insonorizadas para pegar gritos y que nadie me escuche. Quizás escucharme no, pero leerme... eso sí que podéis hacerlo. Y me reconforta saber que mi vía de escape preferida es, a su vez, un grito que comparto con la gente que más me importa y que, en el fondo, sé que es la que más me aprecia y me quiere. Solo con

Navidad

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13 de diciembre de 2017 Creo que pocas veces me he puesto tan nerviosa como ahora. Se acercan las fiestas y junto con ellas mi vuelta a casa por un mes. Estoy ilusionada y con ganas de volver a ver y encontrarme con todo aquello que dejé allí pero que sé con seguridad que sigue allí mismo donde lo dejé. Familia, amigos, mi habitación... Parece mentira que ya hayan pasado casi tres meses desde que me instalé (temporalmente) aquí. El tiempo ha pasado igual de rápido que de despacio. Se me ha pasado volando en cuanto al conjunto de tiempo total, los noventa días han volado y casi no me he dado ni cuenta. Por otro lado, ha habido días que se me han hecho eternos debido a la continua monotonía con la que han transcurrido. Aún así, no voy a poder llevarme el 100% de mi mente a Barcelona, ya que una parte seguirá aquí, pensando en todos los trabajos que tengo que hacer y entregar para cuando vuelva de nuevo a tierras inglesas. 31 de diciembre de 2017 La mitad de las fies

Bombones

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Quién no recuerda esa famosa frase de la película de Forrest Gump que decía algo así como "la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar". Pues el otro día estuve reflexionando sobre lo cierta que es dicha afirmación mientras comentaba con una amiga mi adicción al chocolate en todas sus formas y variantes. A veces no nos paramos a pensar en nada, hacemos lo que sentimos en cada momento sin darnos cuenta de que cada acción es una decisión y que, cada uno de estos "sí" o "no" afectará a nuestra vida para siempre. Cada vez que decidimos algo, rechazamos otra cosa. Esto o aquello. Lo de aquí o lo de más allá. Cada vez que escogemos hacer o no hacer algo cambia ese instante, el curso de ese día, el flujo de esa semana, la tónica de ese mismo mes... En resumen, afectará a corto o largo plazo en nuestra vida.  Es verdad que no todas las decisiones que tomamos son igual de importantes, pero también es verdad que el 99% de las v

Entendimiento

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Estar viviendo en un país con una cultura diferente a la tuya significa muchas cosas pero, entre ellas, significa aprender a relacionarse con la gente que vive en él. Parecerá una tontería pero la manera de hablar, reír, llorar o de interactuar en general difiere mucho de un sitio a otro. La mejor táctica para aprender a imitar la forma en que la gente de un país concreto se comunica es observar. Después de observar, actuaremos, no a la inversa. Si lo hacemos siguiendo un patrón distinto al primero, puede que nos llevemos alguna que otra decepción. En mi caso, lo que diferencia mi forma de expresarme habitualmente y la que he tenido que adquirir aquí solo se diferencia en los pequeños detalles. Y, en situaciones como esta, la prudencia es nuestra mejor aliada. Esta experiencia me está ayudando a eso, a aprender a comunicarme mejor, sin tantas ataduras ni miedo con la gente. El qué pensarán o dirán queda a un lado a la hora de mostrar quién eres realmente. Hacer amigos aquí quizás

Rutina

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Acciones repetidas día tras día , eso es lo que nos hace vivir la vida más deprisa. Asimismo, la vida se compone de esas acciones repetitivas, constantes, correlativas e incesantes que suceden día tras día y de las cuales nos hacemos, al menos la gran mayoría, adictos. Si un día cualquiera te cambia por completo y no sigue el ritmo habitual al que estás acostumbrado, te sientes extraño, sin pautas e incluso a veces desconcertado e incómodo. Cuando te mudas a otro lugar, intentas imitar la rutina que seguías antes, pero es imposible: los lugares cambian, la gente cambia, la forma de comunicarse también cambia... Tantas diferencias entre ambos países hacen que tu vida acabe siendo, en gran parte, muy distinta a como la vivías en el país en el que residías anteriormente. Pero planear aventuras de un día para otro también hacen de esa vida rutinaria una un poco más emocionante y divertida. Explorar todas y cada una de las calles de tu nueva ciudad, visitar las localidades colindantes,

Pertenencia

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Tras una semana de tormentas intermitentes de pensamientos de todo tipo, por fin llega la ansiada calma. Ya vuelve a estar todo en su lugar, ya está todo controlado. Al menos, casi todo. Cuando duermes tranquila y plácidamente en la cama, por fin te sientes como en casa. Cuando sabes dónde están todos y cada uno de tus objetos personales y logras encontrarlos a la primera en tu nueva habitación, por fin te sientes como en casa. Cuando vas a hacer la compra de la semana y encuentras todo lo que has apuntado en la lista, ya te sientes mucho mejor. Cuando sales de casa a dar un paseo y no has de usar Google Maps para hallar el camino de vuelta, ya te sientes mucho mejor. Cuando por fin sientes que perteneces a este nuevo entorno que gira a tu alrededor y que continúa avanzando segundo tras segundo, sin esperarte a ti… Cuando por fin consigues adoptar este nuevo ritmo sin cansarte ni aburrirte demasiado, ya te sientes casi como en casa, casi como antes. Saber que perteneces al l

Antónimos

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​ Pretendía escribir  esta entrada antes de empezar la que será una de las mayores aventuras de mi vida, pero hubiese sido tan diferente... No digo que hubiese sido una gran mentira, pero no hubiera sido para nada realista. Ahora es el momento de hablar alto y claro de lo que ha significado este cambio de vida (eso sí, temporal) para mí. Tras los tres peores días de adaptación, tristes y muy difíciles, que jamás he vivido, parece que ese mar tan embravecido que me ha engullido por momentos empieza a calmarse. He llegado incluso a pensar que todo esto había sido un error, pero creo, quiero creer mejor dicho, que será algo que me hará madurar como persona, me hará adulta y, sobre todo, me hará reflexionar sobre mi vida en todas sus perspectivas: en pasado, presente y futuro.  El título de esta entrada, hace unos días, reflejaba esa mezcla de sentimientos tristes y alegres debido a lo que sabía que dejaba atrás pero también lo bueno que estaba por venir. Pero lo que no sabía es que esa